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Fernando Alonso, piloto español
Fernando Alonso, piloto español que participará en las 500 Millas de Indianápolis.
AFP

Por culpa de los frenos, la felicidad le duró 33 vueltas a Fernando Alonso

854 días después, volvió Fernando Alonso. Dos años, cuatro meses y tres días llevaba el 'Gran Circo'.

854 días después, volvió Fernando Alonso. Dos años, cuatro meses y tres días llevaba el 'Gran Circo' sin el bicampeón español. El retorno tuvo de todo: una salida espectacular, un duelo con otro campeón, Sebastian Vettel... Y la cita con la fatalidad: los frenos que le retiraron a las 33 vueltas.

Después de haber sorprendido a propios y extraños el sábado metiendo en la Q3 un coche que durante las jornadas de entrenamientos no había parecido ser capaz de entrar entre los diez mejores, y con dudas entre los quince, Alonso se había puesto miles de cautelas para su retorno en una carrera de Fórmula Uno.

"Voy a intentar hacerlo lo mejor posible, o sin errores por parte mía, la salida, la arrancada, una buena reacción al semáforo... Parecen cosas banales, pero hace dos años que no reacciono al semáforo, en la WEC (Resistencia) y en el Indy las salidas son lanzadas", dijo el asturiano el sábado, apelando a la precaución, después de haber tenido que lidiar con preguntas sobre su edad (39 años), en las que recordó que el vigente campeón, el británico Lewis Hamilton (Mercedes), tiene 36. "No es que le saque 20", se quejó.

Dos años y medio, sin reaccionar al semáforo para Alonso, como en el tango, no son nada. Al menos así pareció en el circuito de Sakhir, porque nada más salir le robó la cartera a su compatriota y amigo Carlos Sainz (Ferrari) para hacerse con el octavo puesto, y una vez se marchó el coche de seguridad que neutralizó la carrera por la salida de pista del ruso Nikita Mazepin (Has), se adelantó al canadiense Lance Stroll (Aston Martin) y por poco no lo hizo también con el australiano Daniel Ricciardo (McLaren).

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Muchos aficionados probablemente se frotaban los ojos al ver cómo el asturiano, con un monoplaza dispuesto a pelear por acceder a los puntos incluso se asomaba a cotas superiores a las esperadas, pero la vida de su neumático no iba a dar para mucho más.

El asturiano fue el primero de los monoplazas en disputa que se acercó a los talleres, y su estrategia provocó una entrada en cascada de otros coches: el monegasco Charles Leclerc (Ferrari), el británico Lando Norris (McLaren), Stroll y el italiano Antonio Giovinazzi (Alfa Romeo) fueron a cambiar gomas en su estela.

Con el baile de talleres, el asturiano pasó del decimoséptimo lugar en el que se reincorporó a la carrera al décimo, en el que estuvo peleando en el segundo tercio de la carrera.

En esa pugna se produjo una sorprendente pelea entre ex campeones del mundo en proceso de adaptación a nuevos monoplazas: Alonso con el Alpine y el tetracampeón mundial alemán Sebastian Vettel con el Aston Martin, con el que llevaba una impresionante remontada desde el último lugar hasta el séptimo. De esa pugna se aprovechó Sainz, cuyo Ferrari era sensiblemente más rápido, pero posteriormente también Alonso adelantó a un Vettel con las ruedas muy gastadas.

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Corría el ecuador de la carrera, y Alonso seguía en esa pelea por la zona de puntos cuando Alpine le llamó por segunda vez para cambiar neumáticos: salió decimoquinto, pero tenía aún mucha carrera para ir remontando posiciones.

Sin embargo, cuando tenía más de 20 vueltas por delante, los frenos del Alpine A521 dijeron basta. Se lo comunicaron desde el garaje a través de la radio "Box, box", le dijeron al bicampeón mundial. Era el final a su reencuentro con la Fórmula Uno. Por hoy.

"Tenía ganas de acabar la carrera, no ha podido ser", admitió a posteriori a los micrófonos de 'DAZN F1'. "Los frenos han sido la causa del abandono pero antes tuvimos algún problema con las baterías. Ha sido una carrera a contra pié, pero ha sido emocionante", añadió.

El bicampeón mundial añoraba esa sensación de "adrenalina" que durante los últimos dos años y medio ha combatido desafiándose a retos como el Mundial de Resistencia que ganó con Toyota, la 24 Horas de Indianápolis o el Rally Dakar, pero que siente en su mayor expresión cuando se sube a un Fórmula Uno.

"Fue emocionante todo, esas primeras vueltas, estar en lucha con los demás coches ha sido, no sé cómo explicarlo, adrenalina, aunque estén luchando los coches por delante, ya tienes emoción, te late el corazón rápidamente, y una pena no estar más en la pista, completar la carrera. Igual los puntos no eran posibles", consideró tras la carrera.

Aunque el Alpine no parezca, a día de hoy, el coche más competitivo de la zona media -Ferrari, McLaren, Aston Martin y Alpha Tauri parecen claramente más rápidos que los bólidos de la escudería gala-, Fernando Alonso se ha reencontrado con la felicidad de pelear en los circuitos. Y con 22 carreras por delante todo puede pasar, si la fiabilidad le respeta más allá de las 33 vueltas de este domingo.

Fuente
EFE
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