En La Santamaría lo que les faltó a los de Santa Bárbara, lo pusieron Perlaza y Moreno Muñoz

En tarde con buen clima en la plaza de Santamaría de Bogotá, escaso público, un cuarto de entrada, se llevó a cabo la corrida de toreros colombianos, en la que actuaron el caleño Paco Perlaza, el bogotano Moreno Muñoz y el antioqueño Luís Miguel Castrillón.

En esta oportunidad no se cortaron orejas, pero tanto Perlaza como Moreno Muñoz, dieron vuelta al ruedo, solicitadas fuertemente por el público.

El encierro, aunque desigual de presentación, un poco escalera, tuvo toros individualmente bien presentados, incluso algunos, dignos de las primeras plazas del mundo.

En cuanto a su juego, hay que decir que les faltó alegría, chispa y emoción en la embestida, pues se quedaban muy cortos y duraron poco en su juego. Algo de resaltar, la nobleza y el temple que tuvieron un par de ellos. También es cierto que no hubo toros con gauza o mala leche. El encierro en general mostró casta en el sentido que embistieron, fueron a la muleta a su manera, pero no hubo bravura para conservar ese echar pal ante que se exige en un buen encierro.

Paco Perlaza comentó que llegó a esta corrida, con tan solo tres festejos encima, es decir, casi nada, a un compromiso de tanta responsabilidad en la primera plaza del país, pero así están las cosas en la tauromaquia colombiana, donde el número de festejos se ha reducido drásticamente. El Caleño Perlaza tuvo un mejor desempeño en su segundo, al que le ejecutó una faena seria y entonada, mostrándose por encima de las condiciones de su oponente. El público pidió la oreja y el palco presidencial la negó.

Perlaza es un torero honrado, un día le podrán salir mejor o peor las cosas, pero condiciones tiene y no ahorra nada para responder al aficionado que fue a verle.

Moreno Muñoz sobresalió toda la tarde, con disposición y mucha entrega, instrumentando faenas de mano baja y bien conducidas las embestidas, aprovechando el recorrido para hacer el toreo fundamental. Moreno mató, pero en ambos toros de manera defectuosa o irregular, lo que le privó de cortar las orejas. Tarde en la que la espada fue el quiebre negativo para el torero bogotano, al que el público ovacionó en todo momento.

En su segundo toro, el más cuajado del encierro, con 577 kilos, se lo brindó a su señora madre, la también torera Miriam, en un momento emotivo y sentimental, pues el diestro la considera su mejor aliada y consejera, en la difícil andadura de torero.

Luís Miguel Castrillón tuvo una tarde opaca, ya por la condición de sus toros, ya por lo a disgusto y contra estilo que se le vio. Al no sentirse cómodo el antioqueño, echó por la calle de en medio y abrevió, lo que molestó al público. Por ejemplo, en su segundo se mostró inseguro y con prevenciones en exceso y esa inseguridad, la transmitió a los tendidos.

Castrillón es un torero de finas maneras, más estético que cualquier otra cosa que para desarrollar su estilo de toreo, necesita o requiere de un toro más dócil, más boyante, de embestida más enclasada y los que le correspondieron no fueron así. Se desconcertó el diestro y ahí quedó todo.

Una vez más, el subalterno Garrido sobresalió al colocar soberbios pares de banderillas, muy ovacionados por el público. Este muchacho oriundo de la costa norte de nuestro país, se destaca, como ha sido su constante en esta temporada. En cuanto a los montados, el picador Clóvis Velásquez puso una vara de mucho mérito al sexto que permitió un cierre del primer tercio, con nota alta.

A la salida de la plaza, ovacionados Paco Perlaza y Moreno Muñoz, los que a la postre lo dieron todo y pusieron la alegría que le faltó a la corrida. Enhorabuena por estos toreros, a los que uno pediría que les den más juego, más rodaje, se lo merecen.

Resultado de la Corrida:

Paco Perlaza, silencio y vuelta al ruedo
Moreno Muñoz, saludo desde el tercio tras aviso y vuelta al ruedo
Luís Miguel Castrillón, silencio y algunos pitos en su segundo.