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Brooks Koepka y Rory Mcilroy, dos de los pegadores fuertes del PGA Tour.
Brooks Koepka y Rory Mcilroy, dos de los pegadores fuertes del PGA Tour. El cambio en Rory tras el trabajo de gimnasio es evidente.
Agencia AFP

El golf pierde peso

Es muy posible que nunca vayamos a ver a un golfista quitarse la camiseta y hacer la posición de ‘más musculado’ de los fisicoculturistas.

Esta columna no se trata de fútbol, pero abundan las comparaciones con el deporte más popular del mundo. ¿Por qué? Porque hay tanta exposición en cada esquina que son los mejores parangones para explicar una idea. No sé de fútbol y nunca supe jugar. De niño llegaba a mi casa llorando cada día porque en el parque mis amiguitos no me pedían para los equipos y los más grandecitos me decían de frente que mejor hiciera otra cosa. Pero bueno, aquí va otra alusión al llamado deporte rey.

La escena se repite a cada nada. El jugador hace su gol y sale corriendo a celebrar hacia las tribunas, la mayoría de las veces sin la camiseta y en algunos casos con el único objetivo de hacer gala de su atlética figura. Y en este arte hay expertos como el portugués Cristiano Ronaldo o el muy polémico italiano Mario Balotelli y hasta el brasileño Givanildo Vieira de Souza (Hulk), quienes, con poses casi copiadas, muestran sus ‘rayaduras’. Pero ese cuerpo casi perfecto no es exclusivo de ellos pues en el atletismo, la natación, el rugby, y en casi cualquiera, no es que realmente abunde la grasa.

En cambio, el golf hasta hace no mucho era sinónimo de todo lo contrario; aunque no se puede decir que el sobrepeso fuera la norma, es justo decir que las figuras mal cuidadas y desaliñadas se paseaban por todos los torneos. Para no ir más lejos, el argentino Ángel Cabrera ganó en 2009 el masters de Augusta con una figura que no era para nada atlética y manejaba un peso cercano a los 100 kilos con una estatura de un metro con 85.

Por eso, tal vez muchos se negaron a aceptar al golf como un deporte y más bien se limitaron a considerarlo una actividad lúdica. Pero eso ya parece ser historia y los gorditos cada vez se ven menos. Quedan algunos pero no se ven en los primeros puestos o son quienes participan en los torneos para mayores de 50 años. Algo que sigue latente es que es golf es un deporte longevo.

No solamente la reaparición en los juegos olímpicos de Brasil, sino largas jornadas en el gimnasio y las sobresalientes musculaturas que deambulan por los campos han hecho cambiar la impresión y ahora se ve como lo que es: un deporte.

Y no es para menos, lanzar la pequeña bola de 45,9 gramos a más de 320  metros necesita algo mas que un buen swing. Un jugador promedio es capaz de enviarla no más de 200 metros, lo que marca una gran diferencia frente a estos hombres capaces de lograr grandes distancias. En el Word Long Drive el campeón este año alcanzó a enviarla a 360 metros y es notable su desarrollo muscular.

Tiger Woods en sus mejores momentos tenía una rutina que consistía en correr seis kilómetros en la mañana. Hacía pesas, entrenaba sus golpes, corría otros seis kilómetros y, si tenía a alguien que luego quisiera jugar baloncesto con él, lo hacía. Tiger fue pionero de ese juego potente y saque largo que hoy se impone en las canchas.

Otro caso es el de Dustin Jhonson, actual numero uno en el ranking mundial y cuarto en la FedexCup; ganó en 2017 siete kilos en músculo a punta de trabajo en el gimnasio y llegó al primer lugar. 

La fisonomía de Rory Mcillroy cambió considerablemente desde cuando llegó al PGA Tour y hasta que llegó a ser número uno del mundo. La pérdida de peso era evidente desde sus pómulos y su contextura en general pasó de ser la de un joven con un peso ligeramente por encima del ideal a la de un hombre fuerte y musculoso.

Basta con darle una mirada a deportistas en los diez primeros puestos de la tabla de posiciones del golf mundial y calcular su Indice de Masa Corporal (IMC) para darse cuenta de que el tema no es de mera impresión o cuestión estética. El IMC calcula la estatura sobre el peso y señala que un resultado por debajo de 24,9 es considerado un peso normal; uno mayor a 25 es superior al normal y más de 30 ya es considerado obesidad. Si se está por debajo de 18,5 se considera que el peso es inferior al normal y también debe ser analizado.

Dustin Jhonson mide 1,95 metros y pesa 86 kilos, esto es, 22,6 de IMC (logra una distancia de 287 metros en el drive), casi en la mitad de la línea ideal. Justin Rose, el segundo de las lista, llega a 23,9, ligeramente superior. Brooks Koepka sube hasta 27,8 pero posee un mayor desarrollo muscular que los dos anteriores (286 en el drive promedio). Rickie Fowler, que se ubica en el puesto nueve de la clasificación. Tiene un IMC de 21,2. 

Tiger Woods, que no está entre los diez primeros, pero como ya lo dije fue el primero en ‘darle a los fierros’ como parte de la rutina, tiene un Indice de Masa Corporal de 24,5. Nada mal para un jugador que estuvo tanto tiempo fuera de las canchas y que les lleva tantos años a sus compañeros de torneos (277 metros desde el drive). Francesco Molinari, el italiano responsable en buena parte del triunfo del equipo europeo en la Ryder Cup, ajusta un IMC de 23 y es sexto en el ranking del golf.

El único de los diez primeros que no se alinea con la ‘esbeltez’ del golf actual es el español Jon Rahm, que tiene un índice de 28, es decir un peso superior al normal. Rahm no es amante del gimnasio (se nota) y se precia de tener un drive de 278 metros.

Entre los pocos considerados obesos en el tour está Jason Dufner, a quien el IMC le marca 33,7 y se ubica en el puesto 76 de la clasificación con un golpe de drive de 246 metros. El argentino Ángel Cabrera tiene un IMC de 27,8 y 267 metros de distancia en el drive.

Así las cosas, y obviamente sin jugar a ser científico, pareciera que hay una relación inversa entre el IMC y la distancia del golpe en los jugadores modernos. El golf está potente. Obvio, Seve Ballesteros, uno de los mejores de todos los tiempos, basó sus éxitos en el juego corto y Tiger es el más completo a lo largo del campo, no solamente en la salida. Pero definitivamente algo ha venido cambiando hace rato.

Es muy posible que nunca vayamos a ver a un golfista quitarse la camiseta y hacer la posición de ‘más musculado’ que usan los fisicoculturistas, y que emulan Ronaldo y Balotelli, cuando emboque un birdie o un hoyo en uno, pero definitivamente el trabajo en el gimnasio llegó para quedarse y el golf está perdiendo peso.

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Antena 2
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